Son para mis nietos

Estos días han sido las fiestas de mi localidad, y ayer por la noche estuvimos viendo el desfile de carrozas. Yo, que a menudo me muevo por recuerdos, estuve acordándome de cuando el que lanzaba los caramelos era un servidor. Mis padres estaban en una penya (de niño las disfruté en Benidorm) y el último día era un sentimiento enfrentado. Queríamos que llegase para subirnos a la carroza a tirar caramelos pero a la vez no queríamos porque significaba que las fiestas habían llegado a su fin.

Pensando en mí, el momento es muy distinto si se vive desde arriba (tirando caramelos) o desde el suelo (cogiéndolos). Pensando en el resto, no cambia nada. Supongo que influye el hecho de saber cómo funciona, haber estado observando a los demás durante muchos años, y tener claro que nunca se gastan los caramelos que se recogen en estos eventos ni aun compartiéndolos. Así, pude ver a la gente desde abajo como si estuviera montado en la carroza. Si pudiera haber estado en el balcón de un primer piso, habría tenido difícil elegir el espectáculo a ver: el de las carrozas o el de la gente que intenta coger el máximo número de caramelos a toda costa.

Tengo un par de teorías al respecto. Una es que la gente que acude a ver las carrozas regenta, en su gran mayoría, una tienda de golosinas y quiere conseguir gratis la mayor cantidad posible de género. Otra, que se dedica a revenderlos, como si fueran entradas para un Madrid-Barcelona. Los niños castigados por desobedecer seguro que son un buen mercado.

En cualquier caso, lo que me ha llamado la atención desde pequeño y aún hoy sigue ocurriendo (cosa que me hace pensar que algún día yo haré lo mismo), es que las personas mayores (de 70 años) serían mucho más felices si acudieran con guantes… de boxeo. Es digno de estudio el espectáculo y los empujones que proporcionan estas «indefensas» personas de la tercera edad para conseguir esas pequeñas piezas dulces. El objetivo a impactar no importa: un igual, un adulto, un joven… Empujones o pisotones son totalmente válidos si con eso se consigue coger ese caramelo que parecía imposible o acaparar una gran cantidad de ellos. ¿Por qué? Según ellos porque «son para sus nietos«, pero me consta que más de uno no ha tenido descendencia.

El recuerdo que aún hoy me hace esbozar una sonrisa es aquél en el que iba montado en la carroza, al lado de los amigos, y cuando veíamos un grupo de ancianos juntos tirábamos a su alrededor cada uno un puñado de caramelos y nos echábamos a reír con la secuencia que se reproducía ante nuestros ojos… Espero que la vida nunca me permita formar parte de uno de esos grupos.


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7 comentarios en “Son para mis nietos

  1. Refrán al canto, muy explicativo: «de lo que no cuesta, se llena la cesta».
    Nunca he estado de acuerdo con el. Pero desgraciadamente, es así.
    Como tu, espero, no formar parte de grupos así. De hecho, voy a ver la cabalgata de Reyes y no me agacho, a menos que haya alguna mamá o papá cerca con niño en brazos, y se lo doy, pero uno o dos, de puñados nada. Quizá porque no tengo nietos.

    Hilaria

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  2. Definición de Español tan buena como cualquier otra:»dígase de aquella persona que hace fila ante cualquier mesa en la que repartan algo gratis. Incluso si ese algo es mierd.a»

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    1. Y tanto… Recuerdo un año que estaba en una plaza de Salamanca y había una cola del copón. Pregunté para qué era la cola a un señor azar. Su respuesta fue: «No sé, pero dan algo gratis».

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