Eso no lo pone

Si hay algo que caracteriza a las personas es que resulta prácticamente imposible que se equivoquen. Siempre que algo salga mal será por culpa de otro, por difícil que parezca. Cuando se le pide a alguien un documento que no trae (por indicar algo común, el libro de familia para hacerle el pasaporte a un menor de edad), casi siempre surge la misma frase, no sé si por ver si cuela, para eximirse de cualquier culpa o error, o para inculpar a los malditos funcionarios que siempre le hacen la vida imposible al pobre y atareado ciudadano: «¡Pero bueno! ¡Es que no pone en ningún sitio que haya que traer eso!»

¿Dónde no lo pone? ¿En la etiqueta de los cereales? ¿En la página de Toni que la última vez que la actualizó aún andábamos con las pesetas? ¿En las páginas elegidas al azar de los resultados obtenidos al teclear en el buscador «Papeles necesarios para el pasaporte del niño«? ¿Se ha señalado que es para un menor de edad? ¿Se ha buscado la información en la página oficial (la del Ministerio del Interior)? Generalmente no, pero en ocasiones ocurre que obteniendo todo de forma correcta y del sitio adecuado, lo que no se hace bien es leer.

Sin embargo, lo peor no es tener que demostrarle al ciudadano que no ha sabido buscar o leer. Lo peor es aguantarse las ganas de ridiculizar ante sus hijos a aquéllos que me hablan con tanta soberbia que se les sale por la boca:

– Es que eso no lo pone en ningún sitio, siempre estáis igual de verdad.
– Disculpe, pero no tiene por qué hablarme así…
– Pero para qué me pides eso, a ver, si nosotros ya tenemos pasaporte y DNI.
– Porque necesitamos comprobar la relación de parentesco o tutela, y sólo aparece ahí, en una partida de nacimiento, o en una resolución judicial. E intuyo que lo más fácil de llevar encima es lo primero.
– Mira, yo he mirado lo que hace falta y eso no sale en ningún lado.
– Sin discutirle lo que ha mirado usted, en la página oficial sí que sale.
– Vamos a ver, es que yo he mirado la página oficial y he sacado de ahí lo que hace falta, ¿sabes? Mira.
– No es necesario que me lance el papel. ¿Usted ha leído bien lo que pone?
– Pues claro.
– Pues por favor, lea en voz alta lo quie pone en este párrafo (señalando con el dedo).
– Necesitarán libro de famili…
– Puede seguir leyendo si quiere.
– Vale, o sea que no me lo queréis hacer. Pues nada, a perder otro día de trabajo, otro día de clase… Así va este país.

Resulta que sí lo pone, que no ha sabido leer o entender lo que leía y curiosamente la culpa es mía porque no quiero saltarme la ley, digo porque no se lo quiero hacer. Al menos siempre habrá un funcionario disponible a quién echarle la culpa de todo. Especialmente al llegar a casa.


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