Soy bipolar

Hace tiempo que me pregunto por qué estoy enfadado y alegre en cuestión de segundos, por qué cuando mi mujer me pregunta si tengo hambre le respondo un amoroso «Sí, cariño» y cuando acto seguido me consulta qué me apetece comer le contesto con tono agrio y sólo dos palabras: el nombre de la comida y una palabra malsonante. Ayer una amable ciudadana tuvo a bien solucionar mi dilema, por supuesto sin ser consultada: soy bipolar.

La verdad es que intuía algo, pero supongo que no quería darme cuenta. Un compañero me buscó los síntomas y resulta que los cumplo: tengo dificultad para dormir (gracias a mis dos pequeños, todo sea dicho), hablo muy rápido de cosas muy distintas (también de lo mismo), me creo capaz de hacer muchas cosas a la vez (por eso empiezo tantas y no acabo ninguna), hago cosas arriesgadas (como confiar en la gente de inicio), tengo problemas para concentrarme (sobre todo si estoy viendo la tele o frente al PC), me olvido mucho las cosas (aquí soy el campeón nacional seguro) y me siento cansado y sin energía (quizá por la primera razón, la de dormir poco).

Resulta que a media mañana, esperando la siguiente cita, levanté la mirada y vi sentadas frente a mí una mujer joven y otra no tan joven. Deduje que eran las siguientes en la lista y me dispuse a atenderlas:

– Hola, buenos días. ¿Para qué venían ustedes?
– No, no. Estamos esperando a su compañera.
– (Mi compañera) Yo estoy ocupada, él les puede atender.
– No, no, esperamos a usted.
– (Mi compañera) No es cuestión de elegir, los dos hacemos lo mismo y él les atenderá igual.
– Yo no quiero con este señor porque mi hija vino dos veces con él y vino a casa llorando porque es bipolar.
– (Mientras me levantaba indignado y enfadado conteniendo mi repentina furia y las ganas de mandarlas a su país de procedencia) Es verdad, yo sólo atiendo a bipolares. De las personas normales se encarga mi compañera. Así que, compañera, o las atiendes tú o se van a casa igual que han venido: sin nada. Ahora una cosa le digo señora, no tendría que entrar a los sitios faltando el respeto a la gente sobre todo si no lo han hecho con usted primero. Aunque claro, para eso hace falta educación. Y no todo el mundo la tiene.

Cuando mi compañera las atendió le contaron que la joven vino a la oficina el año pasado para documentarse. Tal y como estaba la ley de extranjería en ese momento, si un ciudadano de su nacionalidad no había trabajado en 2011 necesitaba solicitar una autorización de trabajo para obtener el Certificado de Registro de Ciudadano de la Unión (el NIE para los amigos). Como no había trabajado, le indiqué dónde podía ir para obtener la autorización y lo que debía solicitar. O que también podía esperar al posible cambio de ley en enero. No debió venirle bien mi solución. Volvió al poco tiempo con documentos de trabajo de su madre para que ella le diera el derecho a obtenerlo, pero tampoco había trabajado en 2011. De nuevo no se podía hacer nada. Le dije lo mismo y eso tampoco debió gustarle.

Ayer trajeron todo lo que le pedí en su momento y con él cambio de ley de enero se pudo hacer lo que querían. Y mi compañera les explicó por qué no lo hice yo en su momento. La madre alegó que su hija no le contó, que no lo entendió, que no sabía bien… Excusas. ¿Para eso me molesto en intentar ayudarle (dos veces)? Fue una de esas ocasiones en las que pienso que atender con sonrisas y buenas maneras no lleva a ninguna parte. Menos mal que se me pasa pronto.

Supongo que tuvo un momento de culpabilidad y antes de marcharse vino a disculparse. Debí mandarla a su casa sin más, pero no lo hice. Sí que le dije que su hija era una mentirosa, que gracias a personas como ella se me quitaban las ganas de ayudar a la gente, que deberían tener más educación, y que no le guardaría rencor. Y en nada mentí: ¡le estoy dedicando una entrada! A ver si va a resultar que verdaderamente soy bipolar…


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7 comentarios en “Soy bipolar

  1. No creas todo lo que dicen de ti. Tu sabes (y yo también) que esas -no pongo señoras porque no lo eran-no llevaban razón.
    Pero tu no te tienes que poner faltas. Siempre debes decir muy convencido, que eres estupendo, que para hablar mal ya están los vecinos y»gente»como esa.

    P.D. En Sevilla a los piojos lo llaman «gente».

    Hilaria.

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