Haciendo un ‘sin pa’

Ayer me volvió a ocurrir. Uno confía en las buenas intenciones de los demás, en sus posibles despistes, en que quizá no han oído nada en las tres veces que se le ha solicitado… Si encima yo luego me distraigo hablando, que me pasa a menudo, ya tengo el lío montado.

Da lo mismo cuántas veces pida la tasa a la gente. Siempre hay alguien que es sordo, no entiende la palabra ‘euros‘, o es sinvergüenza sin más. Me resulta asombrosa la capacidad de abstracción de la gente. Cómo son capaces de escuchar que les pido el DNI, una foto reciente, y filtran la parte correspondiente al importe. Y eso que lo pido todo seguido y en cuanto se sientan. Del alto porcentaje de personas con problemas auditivos cuando se les solicita el dinero, muchos de ellos cuando les digo por segunda o tercera vez que me tienen que pagar, me responden asombrados: «Es verdad, que me lo has dicho antes«.

Bueno, después de cinco años aún me pregunto por qué si me han escuchado no me pagan al momento. Imagino que con lo que se pretenden ahorrar (unos 10 euros más o menos) haciéndose los locos y esperando que se me olvide se podrán montar un negocio o dar la entrada para un piso. Seguro que en la carnicería no lo hacen, con el señor que les atiende armado hasta los dientes con un hacha tan afilada que podría partir un pelo en dos. Eso debería tener yo colgado en la pared de mi espalda, un hacha bien afilada. Obviamente no podría usarla, pero al menos asustaría.

Lo que no saben es que a cada dos personas como mucho paso lista de las cuentas precisamente por mi despiste. Y cuando descubro quién se ha marchado sin pagar le llamo para que vuelva a abonarme la tasa. El trabajo es doble para los dos, yo porque tengo que molestarme en localizarle y ellos porque tienen que volver a la oficina. ¿No sería más fácil que lo hicieran bien desde el principio y nos ahorrábamos tiempo todos?


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