Reunión de vecinos (02/03/2006)

El domingo asistí a la primera junta de vecinos desde que vivo en mi casa. A la anterior tuvo que ir mi novia porque yo estaba disfrutando en Benidorm. Y ya me había advertido de las dificultades que me iba a encontrar, pero nada como vivirlo. Los problemas que se supone deberíamos tratar, amén del cambio de presidente y administrador (sí, mi comunidad de vecinos se turna esta figura, en vez de confiarlo a alguien externo como el 99% de las comunidades), eran el de la reforma de la escalera (que es la original de hace 42 años), la contratación de una señora para que limpie la escalera regularmente (sí, cada semana teníamos que barrer y fregar el rellano y las escaleras hasta el rellano inferior un vecino diferente de la planta), la domiciliación de los recibos de la comunidad de alguna forma (sí, mes a mes tenemos que ir a casa del administrador a pagarle la comunidad, y le puedes interrumpir la cena, o la comida, o encontrarte que subes andando 4 pisos y no está, con lo que te toca otro viaje…) y la adaptación de la antena a la TDT. Al menos esos eran los cuatro puntos que yo quería tratar aunque fuera en el apartado de Ruegos y preguntas, que toda reunión a la que había asistido tenía.

Y allí bajé, al portal, porque somos 24 vecinos y no cabemos en ninguno de los pisos, que son de 55 metros cuadrados útiles (medidos por mi padre en un día de aburrimiento porque no creía que hubiese 65, que era lo que figuraba en las escrituras). Vamos, supongo que será por eso la reunión en el portal, porque por el buen tiempo… Que allí estaba yo con mi chaquetón abrochado hasta el cuello y una mano quedándoseme helada (la que tenía fuera del bolsillo que sujetaba el papel de los ingresos y gastos del año). Aunque ahora que lo pienso, lo mismo no se hace en casa de nadie por si después de la reunión no quedan los mismos objetos que antes de ella.

En fin, el caso es que una vez abajo, ya estaban hablando 4 de los 15 abuelos de mi portal. Por casas, hay 1 árabe, 1 en camino de abuelo, 2 adultos, 2 en camino y 3 jóvenes, en los que yo me incluyo.

En cuestión de minutos llegaron a superarnos en número (los abuelos) y empezaron a imponer su dictadura. La política era el grito, la agresión, por un momento me pareció estar en el plató de Salsa Rosa o en una charla entre ZP y Rajoy. El caso es que un pobre hombre, llamémosle señor A, decía cosas más o menos coherentes, y el resto de abuelos no sólo estaban en desacuerdo con él, sino que además le acribillaban a gritos y descalificaciones (pero de las de antes). El señor A proponía arreglar la escalera porque se movía (es cierto que está vieja y hecha unos zorros, debe ser la escalera más vieja de España, pero será que yo vivo en el primero y no subir pisos no me hace sentirme en un puente colgante, aunque no creo que sea para tanto) y se iba a hacer cuando alguien se cayera y fuera irremediable. La verdad es que tenía razón, estéticamente era deprimente y había que hacerle un lavado de cara. Además de que siendo la media de edad 70 años en mi bloque, lo más fácil era que alguien se pudiera caer. Pero claro, habíamos topado con la Asociación de Amigos de la Mano Prieta. Fueron escasas las décimas de segundo que pasaron hasta que alguien dijo que no había suficiente dinero ahorrado para ello ya que un anciano (el administrador de este año, quizá el abuelo más chulesco y prepotente de todo el bloque) había traído hacía años un presupuesto de 21.000 euros y sólo teníamos 14.000 euros en la cuenta. Me puse a revisar las cuentas del año vencido y vi que habíamos ahorrado (entre todos los vecinos) la friolera de 3.000 euros en un año. 10 euros y medio al mes por vecino, que parece que no pero da para mucho… ¿Cómo narices se va a arreglar la escalera así? Algún abuelete, pletórico él, propuso hacerla entre nosotros mismos, quiero pensar que en plan jocoso, porque de lo contrario yo me lo iba a pasar pipa dirigiendo a los de mi planta.

A los gritos de que se suba el recibo de la comunidad para hacer dinero, ya que el año anterior se había bajado, el señor A intentaba salvarse de la quema. Y aquí el chulapo dijo que había sido él y amenazante preguntó qué pasaba en varias ocasiones; es de ese tipo de personas al que apetece decirle que mire a un lado y soltarle tal colleja que se le hunda la nuca 10 centímetros por creerse superior. Solventado a medias el tema de la escalera, que se reformaría cuando hubiese dinero (el pobre señor A preguntaba que cuándo iba a ser y a mí me entraron ganas de decirle que nunca, porque el dinero en la cuenta crece a un ritmo inferior al IPC), nuestro malogrado señor A se encaró con la población de esa nuestra comunidad con el escabroso tema del aumento de los recibos (para poder arreglar la escalera). Y consecuentemente le volvieron a caer más palos que a una estera, porque no todo el mundo podía, como decía un sabio de los allí presentes, pagar más dinero de comunidad. Incluso uno se atrevió a decir que no puede pagar 50 euros al mes de comunidad. Pero es que eso es una barbaridad.

Y yo ahí en medio, viendo cómo les faltaba coger garrotes de donde fuera y empezar a darse garrotazos los unos a los otros sin solucionar nada. Y otro chico joven flipando tanto como yo, viendo que estaba perdiendo el tiempo y que en media hora no se había llegado a ningún acuerdo. Que si el señor A sólo pensaba en él mismo, que si no podía opinar por todos, que si no era democrático, que si sí lo era pero sólo para algunas cosas y eso ni es democrático ni nada… Total, 40 minutos de reunión perdidos.

En un intento por calmar el ambiente (hasta uno dijo que valía ya de gritar, que cualquiera que pasara pensaría que había un incendio en el edificio) decidí poner orden en la quedada, porque eso había dejado de ser reunión o junta o algo que se le parezca hacía rato, incitando a un cierto criterio a la hora de hacer las cosas. Propuse que en lugar de discutir se podía optar por proponer ideas y someterlas a votación, y la votación mayoritaria se extraía como concluyente. El señor R (el nuevo presidente, un enterao) dijo que era lo que estaba diciendo él todo el tiempo (por favor, cómo no). Propuse la idea de la señora de la limpieza y no sólo me miraron como si estuviera hablando en mandarín, hebreo o catalán, sino que no me hicieron ni caso. Parecía que sólo yo la quería. Siguieron discutiendo sin tregua, hasta que nuestro querido señor A decidió desaparecer del grupo.

Se sucedieron entonces varias conversaciones insulsas, sin destino y carentes de toda utilidad, pero sin enfados. Y yo pensando qué había fallado para que estando en menos de 2 metros cuadrados la gente a la que me dirigía nadie me hubiese escuchado. Vamos, que doy una charla sobre la ley antitabaco y me miran con la misma cara de asombro. Las conversaciones versaron sobre lo mismo, poner una señora para limpiar, escoger un administrador externo y domiciliar los recibos de la comunidad. Y la pega también era siempre igual, «es que eso, vale dinero«. Que menos mal que me lo decían, porque yo siempre he pensado que eso son cosas que te hace un gestor o una empresa de limpieza de manera gratuita, sólo por darle tu nombre y tu dirección. O por recoger firmas, como hace Rajoy.

Lo que no llego a comprender todavía es cómo pueden tener contratada, todos los vecinos, la televisión por cable con Auna, que son mínimo unos 50 euros al mes. Porque eso no sólo vale dinero, sino que vale más de lo que le pagarían a 4 mujeres de la limpieza juntas. Yo aún no doy crédito a lo que comentaban. Pero hacerles razonar era como intentar hacerlo con un asno. Bueno, quizá con el asno costara menos trabajo.

Algo que me indignó fue que el señor R dijo que no podíamos tomar una decisión así, a la ligera, sin contar con la opinión del resto de vecinos. Y yo, por no mandarle a buscar setas, le contesté que la reunión estaba para asistir, y si no se asistió se perdían todos los derechos sobre las decisiones tomadas en ella. Faltaría más. Podríamos preguntarle también a la gente del barrio, a ver qué le parecía…

Al final se acordó poner una mujer para limpiar la escalera porque individualmente casi todos dijeron que si se decidiera poner la pagaban sin problemas. El casi viene por el chulesco, que dijo que «la puta ostia, que la haga cada uno, que toda la vida se ha hecho así y el que no quiera que se vaya a vivir a la era» (un ejemplo tan contundente como decirle a alguien que coma lentejas, que de siempre se han comido, y si no quiere comer lentejas, que no madrugue tanto para ir a trabajar y que se busque una cueva en el bosque porque así no tiene que pagar recibos). Me entraron ganas de decirle que en vez de ir vestido fuera en taparrabos, que era lo que se había llevado toda la vida, y que si no quería cerrara la boca porque hablando demostraba que era no sólo un ignorante, sino un dictador y un energúmeno. Y también viene por el señor R, que decía que le molestaba mucho que en su planta sólo hiciera su señora la escalera y que por culpa de que a algunos no le diera la gana hacerla, se tenía que poner una de fuera (supongo que a los que se refería no estuvieron en la reunión y esos no decían nada, definitivamente soltaban todos tonterías sin sentido). Yo le repliqué que no era así porque yo quería ponerla y la hacía cuando me tocaba y entonces dijo que él sólo hablaba de su caso personal. Pamplinas. Pero para qué hacer nada, si no tenía al asno a mano…

Poco después de firmar el libro donde figuraba el cambio del presidente (y nada de la decisión acordada en la junta de contratar a nadie, que me fijé bien), y que me dejaran claro que para la TDT hay de plazo hasta el 2010 (al final estaré un tiempo sin ver la televisión por no tenerla por cable, como si lo viera), que el que no viera la sexta que se conformara con las otras (si el egoísmo pudriera estaba solo en el edificio) que para domiciliar los recibos ya habría tiempo, que la comunidad no se subía y cuando hubiera dinero se reformaba la escalera, y que buscarían a una señora para que limpiara la escalera, me fui a mi casa indignado por haber vivido la hora menos útil de mis últimos 26 años.

Espero que todas las reuniones no sean así, aunque mucho me temo que si todos seguimos con el mismo estado de salud que el domingo pasado, habrá más entradas como si de 13, Rúe del Percebe se tratase.

COMENTARIOS

Bjr: Al margen de la evidente calidad cómica de la situación, más propia de una sitcom que de la vida real, dos apuntes: cuando hables del señor «A» o del señor «R» casi mejor que fuera en cursiva o entre comillas, porque si no es un poco lío a veces y que el enlace de La Sexta no va. Muy bueno el texto, hermanito… Besos

Yo: Corregidos los puntos indicados. Había un problema con el formato de las comillas. Gracias.

¡Cuéntame lo que quieras!