Viaje del viernes #31

Viaje del viernes

Hay niños nerviosos, en ocasiones muy nerviosos. Eso a veces produce que se vuelvan desobedientes y que lo que era «estate quieto en la silla hasta que nos vayamos» ellos lo procesan como «corre cuanto quieras por aquí y grita si te apetece, vamos«. Suenan parecido pero son un poco distintas. La mayoría de los padres (sí, a mí también me sorprende que no sean todos) se ponen un poco nerviosos y avergonzados y riñen a sus pequeños y les hacen la amenaza que ellos creen ideal: asustarles con el policía más cercano. Y eso no es, ni de lejos, lo más óptimo.

Muchos padres no lo saben, pero hay amenazas que no se deberían realizar. Cuando van a un lugar lleno de policías, es difícil contener las ganas de decirle a los pequeños revoltosos que uno lleva consigo algo como «que el señor policía os encierra en el calabozo, ¿eh?«. Hay progenitores que son un poco más sutiles y lo acompañan de un «como os portéis mal«. ¿Mejora lo anterior? Yo diría que no mucho, pero al menos los pequeños no tienen la sensación de ser llevados a saber a qué cuarto oscuro y en qué condiciones simplemente por poner el pie en la silla. Porque al fin y al cabo, ¿dónde está la vara de medir el hecho de ‘portarse mal‘?

A los niños, sobre todo si son pequeños, por mal comportamiento hay que amenazarles con no ver los dibujos, tener un baño rápido y sin entretenimiento, no jugar a la consola… Pero no con meterles miedo si ven a unos policías. Porque puede darse el caso de que un día ese menor se pierda, y que cuando vea a un policía se aleje de él por miedo a lo que éste le pueda hacer, a pesar de que lo evidente sería que se le aproximara para que le ayudase a encontrar a sus padres.

Hay que recordar que los policías son los buenos, y de los buenos nadie debería tener miedo.

Los policías son nuestros amigos

Muchos padres no lo saben, pero hay amenazas que no se deberían realizar. Cuando van a un lugar lleno de policías, es difícil contener las ganas de decirle a los pequeños revoltosos que uno lleva consigo algo como «que el señor policía os encierra en el calabozo, ¿eh?«. Hay progenitores que son un poco más sutiles y lo acompañan de un «como os portéis mal«. ¿Mejora lo anterior? Yo diría que no mucho, pero al menos los pequeños no tienen la sensación de ser llevados a saber a qué cuarto oscuro y en qué condiciones simplemente por poner el pie en la silla. Porque al fin y al cabo, ¿dónde está la vara de medir el hecho de ‘portarse mal‘?

A los niños, sobre todo si son pequeños, por mal comportamiento hay que amenazarles con no ver los dibujos, tener un baño rápido y sin entretenimiento, no jugar a la consola… Pero no con meterles miedo si ven a unos policías. Porque puede darse el caso de que un día ese menor se pierda, y que cuando vea a un policía se aleje de él por miedo a lo que éste le pueda hacer, a pesar de que lo evidente sería que se le aproximara para que le ayudase a encontrar a sus padres.

Hay que recordar que los policías son los buenos, y de los buenos nadie debería tener miedo.


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