Anteayer os enseñaba cómo podemos hablar con propiedad (si no habéis leído la entrada, podéis hacerlo ahora pinchando en estas letras para que me entendáis mejor). Aunque la historia se había contado en un lenguaje claro, la redacción denotaba, como decirlo… ¿falta de cultura? Sería hablar con propiedad, pero desde luego que no fue hablar con estilo, y mucho menos con cierto nivel. Y eso es lo que voy a hacer hoy. Os voy a contar una historia similar, pero contada con un lenguaje de nivel, demostrando sabiduría, hablando como hay que hacerlo. Espero que os sirva para comprender también la historia del lunes. Ya me diréis cuál de las dos se entiende mejor.
La gente que habla con estilo es rica. Rica en todos los ámbitos. Practica el deporte de calidad. De hecho, muchos atletas antes hacían footing y ahora practican el running, que es su justa evolución. Los que juegan al béisbol son pitchers y catchers que no necesitan buscar sponsors porque éstos se los rifan. Además los días de partido, los que son padres no tienen problemas buscando babysitters que trabajen a full-time. Ellos son personas de las altas esferas, de esas que trabajan en un holding con un alto grado de outsourcing, los que tienen esposas que se hacen liftings, y que en reuniones de amigos cuentan la anécdota de la noche en la que fueron disc-jockeys. Esos que previo al lunch en el que toman un sandwich dan un speech de un trending topic ante los mass media. Como son ricos, el desayuno es con delicatessen: muffins y cupcakes. Con topping de virutas de chocolate, por supuesto. Y para comer, un catering en el office siempre que sea posible, y si no se va a un self-service con refill de bebida gratis. Nada de comer de tupper que eso es de pobres. Y por encima de todo, que la comida sea light.
Estas personas viven en lujosos lofts con parking privado, y en su hall tienen un espejo vintage. Es cool. Se acompañan de smartphones que ponen en on o en off según les convenga, pero viven tan ajetreados en sus business que no tienen tiempo de un break en el que hacer backups de las fotos del weekend practicando sus hobbies. Si mandan alguna de ellas por e-mail, previo photoshop para mejorar el look que lucen porque adoran su imagen, avisan a los destinatarios de que no es spam.
Este tipo de personas son las que se apuntan a un gym, porque da caché. Allí los coaches les dan un tour para ver las instalaciones y se alegran de ver que pueden hacer spinning o aquafitness mientras hablan del back office en un brainstorming con sus partners. Así consiguen altos benefits en sus empresas con escasos inputs, que es lo ideal. Realizan unas pequeñas workshops en petit comité. Y si están solos pueden dedicarse a instruirse con la televisión viendo spots de top models dando tips sobre cómo leer best-sellers con copyright. Además en ellos aparecen grandes celebrities sin necesidad de superar un casting, y aunque no se emiten en prime time se necesita un buen share y un gran rating. Y no conlleva la necesidad de hacer zapping.
Algunas noches se van a un pub en busca de una happy hour para poder beber más barato y que el alcohol vaya in crescendo por su cuerpo. Dentro, escuchan los hits del momento y los bailan hasta cansarse. Pero siempre, antes de acostarse, se loguean con su user y password en los blogs que tienen y cuentan en un post cómo les ha ido el día. Además linkean incluso los locales que frecuentan para que sus followers los conozcan. Aunque, una vez en Internet, las posibilidades de entretenimiento son infinitas: ver premières, distribuir libros sin pagar royalties, hacer shopping con cuidado de no vaciar la visa… Y cuando el sueño les vence, a dormir.
¿Se entiende mejor esta historia? ¿No? ¿Y cuántas palabras utilizas al cabo del día? Al menos, aunque hables sin propiedad, puedes presumir de hablar con estilo.