El refranero español es muy amplio, y tiene sentencias para todos los gustos y situaciones. Y para que esto suceda a menudo tienen que ser contrarios. Por ello no es difícil encontrar que «a quien madruga Dios le ayuda» y «no por mucho madrugar amanece más temprano«, o que aunque «no hay mal que cien años dure» y «mala hierba nunca muere«. Hay gente que tiene en los refranes su metodología de razonamiento, y algunos incluso si modo de vida. Y aunque «el desconocimiento de la norma no exime de su cumplimiento«, algunos piensan que «hecha la ley, hecha la trampa«, y sobre todo que «las normas están para saltárselas«. Y bajo este último precepto, o bajo el de ‘paso de todo‘, se rigen muchos en los parques acuáticos. Quizá sea por haberme criado con uno en el pueblo y haber ido casi todos los años desde que mi memoria alcanza. O quizá porque escucho lo que dicen los socorristas y leo los carteles.
Yo diría que casi todas las piscinas donde acaban las atracciones y las zonas de acceso a las mismas tienen al menos uno en el que reza algo parecido a: «Al salir de la atracción no se quede en el agua y retírese de los tubos«. Sé que también es sentido común, quedarse por ahí es arriesgarse a que el que sale del agujero negro sea un señor de 90 kilos a gran velocidad y que se produzca un disgusto. Sin embargo, es considerable la cantidad de personas y de niños que no hacen ni caso. Y ya no es por los niños, que ellos bastante tienen con jugar, es como siempre, por los padres. Y los pobres socorristas, encima, ahí están dándole continuamente al silbato, intentando sin éxito llamar los atención de los adultos curiosos y de los padres de la niños juguetones. Sé que no todos los menores de cuarenta saben leer, y también que hay mucha gente con problemas de audición. Lo que no tengo tan claro es que se junten las dos cosas a la vez y que encima vayan todos a la misma atracción que yo en el mismo instante que estoy yo. Demasiada casualidad.
Cuando algo así ocurre, detienen la atracción y no puede tirarse nadie hasta que se quiten. Eso es especialmente gracioso cuando tras media hora de cola al sol, uno es el siguiente y no le dan a la vez. A veces he estado tentado de levantarme (porque me encuentro sentado esperando la señal de aprobación del socorrista, que tarda más en llegar que el gordo de Navidad) y darle una voz: «¿Te quieres quitar de la salida para que podamos seguir tirándonos?«. Pero si no hacen caso a carteles y socorristas, ¿me lo van a hacer a mí?
¿Por qué cuando suena incesantemente un silbato de socorrista a la gente no le da tan siquiera curiosidad de saber por qué lo hace y le mira? ¿Por qué se hace caso omiso de las señales y se juega de esa forma con el peligro? ¿Por qué los padres dejan a los niños (he visto de menos de dos años) que paseen tranquilamente por ahí como si el sitio fuera de ellos? ¿Tan poco les importa la seguridad de sus pequeños? ¿No les da por pensar que si todos los que se tiran se quedaran allí solo podrían tirarse unos diez en todo el día? ¿Has ido a algún parque acuático? ¿Te has dao cuenta tú también de la gente que se queda en la salida de los tubos?