Entre todos (Parte 1)

María llevaba 25 minutos esperando en la puerta del Bar Salvador. Le gustaba llegar con tiempo a los sitios, era una de sus virtudes. Comenzó a mirar impaciente el reloj, pero los minutos avanzaban lentamente. ¿Y si al final decidía no aparecer? ¿Sería capaz de reconocerle?

Se giró con nerviosismo cuando oyó la puerta abrirse tras ella. La figura que apareció iba completamente tapada debido al frío invierno de la ciudad. María sintió que el corazón le latía rápidamente cuando esa figura posó su mirada en ella. ¿Sería él, sabría él reconocerla a ella? María se volvió a girar asustada por las sensaciones, no se atrevía a mirar, y entonces… alguien le tocó el hombro. María se sobresaltó al sentir esa mano en el hombro y se dio la vuelta. Sí, era él; ahora que estaba tan cerca de ella, no cabía duda. Su aspecto había cambiado un poco pero su mirada era inconfundible. Después de tanto tiempo sin verse, ahí estaban los dos. Estaba emocionada con aquel reencuentro. Cuando se despidieron se habían prometido que no habría ningún tipo de contacto hasta ese día, era la única forma de que funcionara el plan. Al principio le supuso un infierno, pero poco a poco aprendió a convencerse de que él nunca había existido. Vivió su vida ajena a lo que había ocurrido aquel invierno, eso sí, no pudo echar raíces de ningún tipo, de ser así lo habría estropeado todo. Hacía una semana por fin había recibido la esperada carta. «Han pasado diez años, es hora de seguir con el proyecto».

Diez años que pasaron como un soplo, en los que ella apenas fue consciente del vuelo de los días; pero, ¿y qué había de extraño en ello? Al fin y al cabo, el tiempo siempre había sido así para los de su especie. Desde aquel lejano hormiriton —la unidad temporal de los Makdihthilink, habitantes del planeta Makdiht— en que sus naves descendieron, habían ido asemejándose más y más a los habitantes de aquel extraño mundo en el que todavía se sentían extranjeros. Sin embargo, nada habían podido hacer para dominar completamente el tiempo, tan y tan distinto al suyo. Tan frágil; tan etéreo. Diez años en los que había conocido el significado de la palabra miedo porque aterrizar en aquel lugar extraño había sido aterrador. Diez años en los que supo lo que significaba añoranza de su otra vida y de su otra casa. Diez años terribles en los que había cobrado vida la palabra angustia sin saber lo que le esperaba cada nuevo día en aquel lugar extraño, teniendo que aprender de nuevo cada paso que daba. Diez años en los que tuvo que mantener la serenidad para no caer en la locura absoluta cada vez que se equivocaba en las cosas más absurdas. Y diez años en los que jamás pensó que descubriría lo que significaba la palabra amor.

Con todas esas emociones anquilosadas, María alzó la cabeza y miró alrededor. Sabía el lugar que buscaba, sabía a quién y sabía por qué. Sin embargo se estremeció ante su latir precipitado, ante su ahogo en el estómago, ante el escalofrío punzante de su espalda. Descubrió que lejos de petrificarla, todas esas sensaciones la habían dulcificado y habían dirigido sus pasos hacia el lugar prefijado, hacia su ansiado encuentro. Sabía que una vez allí, se disiparían todos sus miedos y el proyecto cobraría vida, tal y como se habían prometido hacía una década. Emprendieron el camino calle adelante hasta la plaza, como habían acordado hacía tanto tiempo; el momento había llegado y no había marcha atrás. Él sonrió tranquilizándola por completo, si quedaba algún rastro de duda ésta se evaporó enseguida. Sin mediar palabra se abrazaron y una lágrima rodó por la mejilla de ella, mientras él dejaba que la tensión acumulada en los últimos años desapareciera por completo. Empezaron a caminar de nuevo y ella le siguió sin mediar palabra; confiaba en él, y después de tantos años separados volvían a estar juntos. Estaba segura de que cumplirían su sueño, y empezaba a realizarse a partir de ese mismo momento.

Caminaban sonriendo con los labios y con el corazón, y aunque los dos debieran ser conscientes de la dura prueba a la que se enfrentaban, parecían no darse cuenta; por ello el ensordecedor estruendo les pilló completamente desprevenidos. Pararon en seco y se miraron esperando encontrar la respuesta el uno en la pupila del otro, pero sólo descubrieron confusión y silencio, entonces él le agarró fuerte la mano y comenzaron a correr hacia la plaza. Las tres calles que les separaban del desastre comenzaban a llenarse de gente corriendo, escapando aterrorizada, pidiendo ayuda. Al cruzar el soportal que daba entrada al lugar no pudieron encontrar una escena más dantesca: una nave proveniente de Makdiht había descendido en plena plaza, arramblando con las terrazas repletas de gente cenando. Miró a María con una mezcla de enfado y desconcierto y gritó:

— ¡¿Pero qué están haciendo?, ¿esta es la idea de ‘infiltrarse discretamente’ que tienen en tu base?!

Aquel grito dio al traste con la magia que se había creado entre los dos, pues María no soportaba que le gritaran y, para más inri, no tenía la menor idea de a qué se refería él con aquello de «tu base». Pensó rápidamente: ¿la base de la pizza que había dejado enfriándose en casa? No; al final se dio cuenta: la base de datos que necesitaban para el proyecto y de la que él no sabía nada aún. Tenía que ser eso, porque de esa invasión ella no podía responder; desde luego, no formaba parte del plan, así que a alguien se le había ido la mano, pero bien. De todos modos, ahora estaban con el agua al cuello, y literalmente, o casi: al descender, la onda expansiva de la nave había reventado varias cañerías y la plaza se estaba inundando.

Los vecinos se habían empezado a dar cuenta de la situación, y corrían desesperados de un lado a otro tratando de impedir que el nivel del agua siguiese subiendo a tan desenfrenado ritmo; algunos como María, cogían el teléfono móvil en busca de más ayuda:

— Dime María, ¿es urgente?, porque estoy muy ocupado.
— Hombre… tú me dirás, después de la situación de mierda que me hiciste pasar, no voy a llamarte para decirte lo guapo que eres, Frank.
— Venga, dispara, y rápido que no tengo tiempo.
— Como dispare de verdad se te van a quitar las ganas de hablarme en este tonito, necesito ayuda ¡ya! porque la plaza se está inundando y no somos capaces a frenar la corriente de agua; así que deja lo que estés haciendo y sal pitando, si no… el proyecto corre peligro.

62 comentarios en “Entre todos (Parte 1)

  1. 😀 😀 😀 Esta chica es un poco bipolar. Tan pronto es dulce y cariñosa, como le sale toda la fuerza de los makdihthilink. ¡Me ha encantado! Deseando que llegue mañana para seguir con la lectura y saber si arreglan el escape de la plaza 🙂 ¡Gracias, Óscar!

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    1. Ja ja ja ja. Muchas gracias! Aunque si hacemos eso, lo hacemos los 54.:) Te cuento un secreto, cuando escribí las cinco primeras líneas pensaba en dos personas que se habían conocido por Internet y que iban a verse por primera vez…

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  2. Paciencia con el tiempo que no pasa, o pasas sin haber respirado. Paciencia al encajar las piezas, al unir el ensamblado… Y tiempo de ese terrestre, del que gastas t no vuelve… Ha merecido la pena, lo sé, porque a través de la pantalla puedo ver tu sonrisa Jj, un beso

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    1. Ja ja ja. Concreta, pero si preguntas por quién dio el nombre a la raza…. Fue martes. Inventora del hormiriton, ja ja ja. Me alegro de que te hayas enganchado. A mí al final hasta ser me hace corta… Besitos

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    1. Ja ja ja. Espero que no se pierda demasiado el hilo y no queden muchas cosas por resolver. Si veis algo, agradeceré aportaciones para terminarla, ja ja ja ja. Sois unos escritores fantásticos. Sobre todo los que me dijeron «no se me da bien escribir de ciencia ficción». Besitos Stunner

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    1. Gracias bonita! Me alegro de que pienses así. Uno de mis miedos era que la historia parecía forzada o que no encajara bien. Si hemos conseguido mantener un hilo argumental homogéneo me alegro mucho. Besitos

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