Viaje del viernes #17

Con el paso de los años he aprendido a llamar la atención de la gente sólo con mirarla. No me pasó en el tren o en el autobús, por más que miré a esa morena de ojos claros, ni en los conciertos a los que fui, por más que miré a los cantantes para que me firmaran sus discos. Fue cuando empecé a trabajar de cara al público cuando una mirada mía, mientras hacía trabajo administrativo, era suficiente para tener en mi mesa a cualquier ciudadano impaciente por ser atendido. Aunque no fuera realmente mi cometido.

La mirada es un elemento muy importante en nuestra vida cotidiana. No en vano es capaz de iniciar relaciones de cualquier tipo entre varias personas. Tan sólo tienen que cruzarlas. Una chica con un chico en un bar para iniciar un acercamiento, un profesor con un alumno para elegir un voluntario que salga a la pizarra, un comercial con alguien que pasa a su vera para (intentar) venderle un producto, o un ciudadano con un funcionario, para considerar que se ha ganado el derecho de ser atendido sin demora.

Eso es lo que ocurre cuando estoy sin atender a nadie realizando algún tipo de tarea administrativa (que también las hay aunque nadie se lo crea), y un ciudadano atraviesa el umbral de la puerta de entrada. Si yo sigo en mi puesto, ensimismado con mis papeles, quizá lo máximo que ocurra sea que llegue ante mí, se quede plantado mirando cómo trabajo (de hacerlo yo además lo subiría a mi red social, no todos los días se ve trabajar a un funcionario) y espere un gesto por mi parte. Algunos incluso intentan llamar mi atención de las formas más variadas. Desde los que sueltan un simple «Buenos días» hasta los que directamente atacan con un «Quiero hacerle una preguntita«, así sin anestesia… Ni educación, dicho sea de paso.

Sin embargo, si en vez de concentrarme con mis cosas lo que hago es levantar la cabeza y mirarle mientras se aproxima, por algún tipo de jerga gestual que aún no he logrado descifrar, entiende que lo que he querido decir es «Véngase usted y no pierda tiempo, que estoy aquí únicamente para atenderle«. Como si no tuviera nada más que hacer. Y es cuando me pongo a pensar qué tendrá él que no tenga el resto de personas sentadas en la sala para que crea que a las demás no las puedo atender y a él sí…

De todas formas, es curioso que esto sólo me ocurre desde que trabajo atendiendo al público. Antes, en concreto cuando era joven, por mucho que cruzara las miradas con las muchachas en las discotecas ninguna entendía «Ven y no pierdas tiempo, que estoy aquí únicamente para atenderte«. Era más bien otra cosa. A ver si con los años he aprendido a hablar con la mirada. ¿Por qué la gente cree que por mirarles debo atenderles? ¿Por qué deducen que no tener a nadie sentado en la silla es sinónimo de no trabajar? ¿Por qué piensan que puedo resolver cualquier tipo de duda que tengan simplemente por el hecho de estar haciendo una cosa distinta de atender a una persona?

Por cierto, ¿sabes que participo en los Premios 20 Blogs? ¿Me has votado ya? ¿Se lo has dicho a tus amigos? ¿Y a qué esperas para responder «Sí» a todas las preguntas? Pincha aquí, sigue el tutorial y en menos de 3 minutos está todo listo.

86 comentarios en “Viaje del viernes #17

    1. Pero cuando es una mirada de amigo, de enamorado, de pasión, de dolor… Cuando es de «voy a ver cómo está la sala de gente porque estoy agobiado de tanto papel» mi deseo no es transmitir nada, ja ja ja ja. Mirada tierna te dedico Mai!

      Le gusta a 1 persona

  1. Jajaja, tienes toda la razón, las miradas tienen mucho poder. Mi chico siempre me dice que haga yo las preguntas y llame a los camareros porque, según él, a mí me hacen caso, jajaja. Besitos Óscar, descansa del público el finde!

    Le gusta a 2 personas

  2. No es cosa de que yo te lance mi mirada desde aquí, pero también encandilo, así que a lo mejor cualquier día y en cualquier lugar nos la entrecruzamos. Podría ser una satisfacción mutua. Es fin de semana y cualquier piropo mutuo nos está permitido. Buena tarde.

    Le gusta a 3 personas

  3. Jajaja… Tranquilo, ya te voté. Lo de las miradas, antes tus miradas no eran «efectivas» porque las chicas no te necesitaban. Ahora, como tu eres el equivalente a la resolución de sus problemas, tu sola mirada es un alivio… Jajajaja

    Le gusta a 3 personas

    1. Ja ja ja. No sé si eso me deja en un buen lugar… A mí me interesaba ser escultor de sus problemas con 20 años, con las hormonas a flor de piel, no ahora que no hay límite de edad no de sexo, je je je. Además de que ahora ya tengo familia y no las necesito! 😉 Besitos corazón

      Me gusta

  4. Ser funcionario es duro, pero ser ciudadano también. Acercarse a una ventanilla de atención al público y ver que no hay nadie que atiende al público, es desconcertante. Es ahí cuando empiezas a repartir miradas por si alguien se anima a hacerte caso, a veces funciona.😀

    Le gusta a 2 personas

    1. Eso que dices tú es desesperante, a mí me ha pasado muchas veces. Y encima con funcionarios hablando de chorradas entre ellos (como el fin de semana o deportes). Siempre tendría que haber alguien disponible aunque fuera para decir que para que se les atienda hay que coger cita. En mi caso eran los que estaban en la puerta, que pasaban de ejecutar su única función, filtrar a la gente… Pero lo que tú dices es buscar ayuda desesperadamente, lo que digo yo es pensar que mirar a alguien la es el turno para ser atendido, como si no hiciera nada más, je je je.

      Le gusta a 1 persona

  5. ¿sabes que participo en los Premios 20 Blogs? SI ¿Me has votado ya? SI ¿Se lo has dicho a tus amigos? SI ¿Y a qué esperas para responder “Sí” a todas las preguntas? Ya lo he hecho.

    Yo he trabajado en Atención al Paciente en mi hospital y las respuestas humanas son muy variopintas. Coincido contigo, Óscar, en que a veces interpretamos erróneamente las miradas de los funcionarios que nos atienden en las diferentes administraciones. Coincido con eldiariodesensi que es desconcertante que en un puesto público no haya gente. Esto suele ser por desconocimiento de las tremendas tareas de codificación que tienen los documentos. Pero explicar ésto es como predicar en el desierto, sólo cuando uno lo vive en sus carnes sabe lo que pasa en la trastienda del mostrador de un atención al público.

    Respecto a tu mirada…nada que decir que no haya dicho ya 😉

    Excelente tu entrada

    Le gusta a 1 persona

    1. Muchas gracias por rayar la perfección con todos esos «Sí». ¡Eres la mejor! Es que es inconcebible que un lugar de atención al público no tenga a nadie que atienda. En mi oficina, la gente que estaba en la puerta te debía dejar pasar, en teoría, solo si llevabas cita. Al menos a los extranjeros. Pero se lo pasaban por el forro. No sé si eran vagos o estúpidos. Y si una vez dentro yo no les hacía caso, la culpa era mía, obviamente. Aunque yo a muchos les decía «hable con el señor que le ha dejado pasar indebidamente y que le explique»… Besitos

      Le gusta a 1 persona

  6. La gente, cuando va por la calle, no se mira la una a la otra, ¿te has dado cuenta? Es muy triste y deshumanizado. Es lo mismo que negarle el reconocimiento al otro. ¿Qué cuesta una mirada amable? Nada. Pero andamos por la calle como zombis, pensando sólo en nosotros mismos.

    Le gusta a 2 personas

    1. Ni en el tren. El 90% de la gente mira una pantalla… Yo en ocasiones regalo miradas, pero las que me cruzo son con semblantes muy serios. En ocasiones me gustaría regalar también una sonrisa, pero pienso que encima se van a pensar que estoy intentando ligar y me han gritar. Y se me pasan las ganas. Pero lo intentaré más pronto que tarde, je je je. Besitos

      Le gusta a 2 personas

  7. Quizás sea bueno expresar mas con la mirada que con los labios… hay miradas que transmiten mas, miradas seguras y hasta algunas que entregan calma. Creo haberme topado con un par de aquellas y pues, de que llaman la atención, la llaman. Lindo fin de semana.

    Le gusta a 1 persona

    1. Ja ja ja, a mi esposa la conseguí engañar hablando con ella. Pertenecía a un grupo de chicas que se pararon porque seguro que alguna se fijó en mi amigo. Había logrado la mitad del proceso, je je je. Besitos

      Me gusta

    1. Ja ja ja. Muchas gracias! Creo que lo que ocurre es que ahora me necesitan para resolver sus problemas… Antes era para resolver los míos y nadie quería, ja ja ja. Lo de hablar y mirar al infinito tampoco me gusta a mí, la verdad. Besitos

      Le gusta a 1 persona

  8. Tienes razón la mirada es valga la redundancia el carnet de identidad del individuo, su rostro y su mirada ya dice bastante. Yo por mi trabajo conviví mucho con el funcionariado ya que mi labor entre otras cosas era toda la gestión documental de una multinacional,y de verdad aprendí a esperar a que me atendieran, y salvo alguna excepción que ya no recuerdo siempre fue exquisito el trato.
    Por cierto con mucho gusto deposité ya mi voto a favor de este espacio que asiduamente visito.

    Un abrazo.

    Le gusta a 1 persona

    1. Muchas gracias efe. Agradezco tu lectura continua, tu interacción, tu voto, y tu apoyo. Seguro que el funcionario en cuestión también aprendió mucho de ti. Tienes mucho para enseñar. Y seguro que tu mirada dice muchas cosas buenas de ti. Un abrazo

      Me gusta

  9. Va a ser tu mirada, que con la edad ha adquirido cierta capacidad comunicativa. Ahora deberías entrenar esa mirada para decir sin decir: ¿Me das cinco euros que no tengo para un café? Mira a ver si cuela, ja,ja,ja. Lo del poco éxito con las féminas que no te frustre. Si te sirve de consuelo mi mirada tenía el don o el poder de hacerme invisible (esa conclusión saqué yo que soy muy positivo)

    Me gusta

¡Cuéntame lo que quieras!