La mujer del verano

En esta vida hay distintos tipos de personas para llevar a cabo las tareas del día a día. Las hay que lo hacen todo al momento, según les surge, lo tienen todo planificado al milímetro y cualquier nueva tarea o inconveniente hacen que replanifiquen su agenda de nuevo, y además de forma exitosa. Las hay que hacen las cosas con un cierto orden, pero que dedican tiempo a otros gustos o aficiones y postergan algunas tareas más de la cuenta. Las hay dejadas, que las van viendo venir, hacen las cosas cuando no tienen más remedio y siempre tienen a alguien detrás que les va pidiendo la realización de, al menos, las más importantes para poder seguir adelante. Y luego están las que pertenecen al grupo de la mujer del verano.

GordoLa mujer del verano es una señora con la que me topé sin querer en una administración de lotería en el mes de agosto. No sé si era más despistada que dejada, o a la inversa. Yo suelo destacar en el campo del despiste, pero no llegar nunca a esos niveles. Después de comprobar que mis boletos no estaban premiados, me dispuse a echar unos nuevos. Al acabar me aparté para guardármelos y sin poder evitarlo escuché el inicio de la conversación de la señora que estaba detrás de mí hasta que me marché:

– Hola, quería que me comprobara estos boletos.
– Hola, ahora mismo los miramos… (Tras unos pitidos de la máquina) Señora, este boleto no lo puedo comprobar, ya está caducado.
– ¡¿Caducado?!
– Sí, caducan a los tres mese… ¡Señora, este boleto es del año pasado! Está caducado y no se puede verificar.

Yo me tuve que marchar de allí, pero me fui pensando en una historia. En la historia de la persona más ignorante, más feliz y más triste del mundo de forma simultánea, por la desidia, el desinterés o la vagancia (sé que no es del nivel de los cuentos de mi querida martes, pero afortunadamente no es mi intención):

Érase una vez una señora muy dejada, que echaba lotería todas las semanas pero no las cotejaba para ver qué había ocurrido con sus boletos. Un día le tocó el gordo. Eso la habría convertido en la persona más feliz del mundo. Pero se le pasó el tiempo para reclamar su premio y, como todo en esta vida, su boleto caducó. Eso la habría convertido en la persona más triste del mundo. Sin embargo, nunca fue consciente de ello porque no lo supo. Eso la convertía en la persona más ignorante del mundo. Cuando fue a comprobar el boleto y le dijeron que no podían por estar fuera de plazo, tuvo un instante en el que sintió las tres cosas de manera simultánea.
Moraleja: sólo hay algo peor que no te toque el gordo, y es que te toque y no lo puedas cobrar porque se te pasa el plazo.
FIN

Desde entonces una cuestión me aborda: ¿para qué narices juega la mujer a la lotería si no lo comprueba después? ¿Sería un boleto compartido y privaría a alguien más de ser rico hasta decir basta? En fin, quizá no fue dejadez y tuvo accidente antes del sorteo que le impidió comprobarlo, pero me parece menos probable teniendo en cuenta que llevaba más decimos para comprobar.

¿Te ha pasado eso alguna vez? ¿Has echado algún boleto que no hayas comprobado por olvido? ¿Ha pasado por tu cara la alegría de la riqueza y la decepción de la pobreza en menos de un segundo?

64 comentarios en “La mujer del verano

      1. Ohhhh! no te imaginas lo que me he acordado hoy de ti!!! He salido a pasear con mi marido y hemos visto un puesto de la ONCE y mi marido dice: voy a mirar este número que tengo aquí a ver si nos ha tocado algo… Y a que no adivinas???? Nos dice la de la ONCE que el número ha caducado! !!!! Noooo! Es un hombre de verano!!!! Aiiiinns. …

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        1. Jajaja, pobre… Espero que al menos no tuviera nada… Si lo llego a saber pongo la entrada antes!! Aunque no creo yo que por cuatro días hubiera cambiado la cosa. Y esto me pasó en agosto… Ay, espero que la próxima vez que juegue se acuerde antes!

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  1. Espero que no estuviera premiado, pobre señora! jajaja. A mi no me ha pasado nunca porque no juego asiduamente, así que cuando juego en algo por alguna ocasión especial suelo estar bien pendiente. Vamos, que rica no me voy a hacer, porque sin jugar tú me dirás, pero por lo menos si me toca algo quiero enterarme. Un beso!

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    1. Bueno, no necesitas echar muchas veces para que te toque, sólo necesitas que la vez que eches aciertes con los números. No es tanto la cantidad del boleto, sino la calidad de los mismos, jejejeje. Krika, tú no pierdas la esperanza. Lo mismo un día nos sorprendes con un décimo premiado y te salen amigos de todas partes!!! Besitos!!

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  2. Pues a mí me pasó, tal cual. Sólo juego cuando tengo un día nefasto y casualmente paso por cualquier administración; entonces entro y pido «un boleto de lo que más toque», porque no tengo ni idea. Mi mejor amiga juega todas las semanas, y según dice «sabe» que le va a tocar tarde o temprano. Así que un día tomando café me pidió que la acompañara, y me acordé de uno que llevaba en el monedero. No te puedes imaginar la bronca que tuve que aguantar cuando lo cogió y vio que había caducado. No he vuelto a comprar. No sé si porque no he tenido días horribles, o por miedo, a que me toque, a que no me toque, o a la bronca,… jajaja.

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  3. No suelo comprobar la lotería o la primitiva o la quiniela o lo que sea. Cuando juego lo hago en grupo, así que siempre confío en que alguien lo haga. Si toca ya me avisarán, o no, nunca se sabe…, que si hombre, que juego con buena gente.
    Me ha gustado tu historia.
    Un beso Oscar.

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    1. Es verdad, yo diciendo que no juego, que no juego, y se me olvidaba que de cuando en cuando le hago un ingreso a un compi de mi anterior curro para jugar a la lotería en grupo… Pero hago como tú, tengo la confianza de que otro lo mira. Y debe ser así porque cada semana echan los boletos nuevos y tienen que haber revisado los anteriores, jejeje. Mira que si estamos en el mismo grupo! 😛
      Besitos Sensi!!

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        1. Hoy estoy que o me animo o malo. Entre que llueve a mares, cosas del trabajo, poco tiempo y yo enganchada aquí… 😀 😀 En fin, que estoy decidiendo si me tiro al tren o al maquinista 😀 😀 😀

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    1. ¿No? ¡Eso es fuerza de voluntad! Yo no juego habitualmente, pero de la Navidad no me libro, al menos en el trabajo. Creo que me superaría ver cómo todos mis compañeros de trabajo se van a vivir la vida y yo me quedo igual, y por menos de lo que cuesta comer o cenar en pareja… 😛

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  4. Yo llevo en la cartera desde hace muuuucho tiempo un boleto de primitiva para un único sorteo, con seis números que no recuerdo el día que los puse ni el porqué de los mismos y, a veces, cuando paso por una administración hago que me saquen uno igual.
    No soy asiduo y es posible que en alguna ocasión haya tocado algo con esos números. Prefiero hacerme el ingenuo y no indagar demasiado para no tener que unirme al club de los tristes.
    Y por si acaso, seguiré jugando de vez en cuando… nunca se sabe!
    Saludos, Oscar.

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    1. Lo de los descuentos creo que nos pasa más, porque tienes que volver a ir a propósito a utilizarlos en un plazo concreto, y la cantidad no supera los 10 euros, pero los décimos pueden sacarte de la pobreza y el trabajo basura! Aunque bueno, tu negocio igual te tira mucho, jejeje.

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  5. No me ha pasado nunca Oscar, no porque sea superorganizada si no porque no juego. Que conte que no soy de los Testigos de jehová pero pienso que con lo que jugaban mi padre y mi hermano ya se ha agotado el cupo de jugadores durante generaciones en mi familia. Saludos.

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    1. Pues te digo una cosa, menos pierdes si no juegas. Para lo que nos toca a los que jugamos… Yo no soy de echar, sólo cuando mi mujer se anima, y en navidad juego porque nunca toca, pero basta que yo un año no lleve para que mis compañeros dejen de trabajar y yo siga aquí pringando… 😛

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  6. Yo seré siempre feliz pero pobre porque jamás juego jajaja. Creo que mi marido si, ya me avisará si nos toca.
    PD: No me olvido de «Lo nuestro», cuando vuelva de las vacas te paso el archivo que ahora estoy de depre pre colegio jaja.

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    1. Bueno, seguro que no te avisa y te sorprende con un billete a Sydney para quince días. Pero imprescindible que me traigas un recuerdo de allí, je je je.
      PD. No te preocupes! Cuando te recuperes, que estos momentos son más difíciles para ti que para él…

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    1. Pues sí, y mira que igual es la primera vez que le pasa, pero allí estaba yo para cazarlo, je je. Aún así, el dinero de la lotería en una hucha y a final de año te habrá tocado un tercer premio… Gracias por seguirme, pasarte y comentar!

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  7. Normalmente, sólo juego en Navidad, y eso se miran en casa, aparte de que como es el número del trabajo, me enteraría seguro.
    Pero sin en verano o en alguna ocasión especial compro algo de algún sorteo, Once, lotería o rifa, procuro guardar el boleto en el monedero, para verlo cada día y que no se me olvide, porque si no, acabaría como la señora esa que has descrito tu.

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    1. Yo tengo uno en la cartera y voy camino de escribir la segunda parte conmigo, porque cuando me acuerdo no tengo una administración cerca, y cuando la tengo voy con las manos demasiado llenas… Besitos!

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    1. Es que el trasfondo es un poco trágico. Porque somos demasiado conscientes de que no me habrá tocado, pero imagina no poder hacer todos los sueños que llevas imaginando desde hace años solo por unos diez o doce meses de despiste… (y esta parte es la que convierte la historia en tragicomedia) 😉 Besitos

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    1. Si no eres asiduo es fácil que se te pase un tiempo. Yo llevo ya tres semanas con uno en la cartera y mira que llevo esta semana con la entrada, je je je. Pues ahí sigue, espero que poco tiempo. Aunque ya sé lo que me dirá la máquina: «Pagos No premiado». Además en mayúsculas, con un NO bien gordo…

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    1. Pues ese dinero que te ahorras, la verdad. Si alguien que juega y yo hiciéramos el mismo desembolso anual pero yo en una hucha, prácticamente todos los años acabaría teniendo más dinero que el…

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  8. Pues creo que de tu cuento se podría sacar otra moraleja o conclusión, mejor dicho. Quizás esa señora compre la lotería porque es un combustible de esperanza para aguantar la realidad. No importa si toca o si no toca, el tiempo que tenga ese boleto en su poder puede evadirse para pensar en las cosas que cambiarían si le tocase. Esto explicaría esa dejadez, pues el dinero no es el fin único de comprar un boleto, sino, mas bien, la ilusión que este genera desde que se compra hasta que se comprueba.
    Me ha gustado mucho la entrada. 🙂

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    1. Gracias señor Trepacabezas. Es una conclusión bastante posible, además la has razonado bastante bien. A todos nos pasa, creo. Yo también hago planes con el gordo de Navidad todos los años. De hecho siempre son los mismos, lo que indica que año tras año soy igual de pobre, je je. Solo un apunte. No es un cuento, es verídico. Todo lo que escribo me ha ocurrido alguna vez, salvo los relatos, que están etiquetados como tales. Muchas gracias por seguirme, leerme y comentar. Un abrazo

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