Ciclo «¿Te acuerdas?» – Parte 9 – ¿Y yo cuándo subo al columpio?

Si hay algo que apetece en verano es ir con los niños al parque. No porque los padres lo pasemos fetén, no es mi caso. De hecho, tengo mil y una historias del parque y no son buenas en exceso. Pero lo hacemos porque los pequeños lo disfrutan, corren, juegan, son felices, y se montan en los columpios. Los columpios son esos aparatos donde los niños juegan, que cuentan con un reglamento no escrito. Hace tiempo hablé de él. Pinchando aquí podéis llegar a la entrada en cuestión. Para los perezosos, la copio a continuación.


Hace unos meses hablaba de la ley no escrita de la sandía. Durante las vacaciones me he dado cuenta de que no es la única que existe de este tipo. El columpio también lleva una consigo: para cederlo hay que tener siempre en cuenta el tiempo de espera y quién se subió antes.

En estos días he tenido la oportunidad de ir a varios parques, con niños y padres de todo tipo. Y cuando nos acercábamos al columpio siempre me surgía la misma duda: ¿cuánto tiempo se puede estar en un columpio sin que pase a ser un abuso? Según los niños, el que está montado ha de bajarse cuando «lleva mucho rato«. El problema es que la percepción de mucho tiempo para los niños y los adultos es distinta. En dos minutos un pequeño de tres años que está quieto esperando se sube por las paredes. Como aún son muy chiquitines y saben que no pueden hacer gran cosa para que quien ha subido se baje, utilizan repetidamente su gran baza, la presión: «Papá, ¿a mí cuando me toca?»

Es en ese momento cuando entra en juego esta ley, aunque su aplicación se ve distinta en función de si el hijo de uno espera para subir o ya está montado. En el primer caso, a partir del tercer minuto de espera uno ya se impacienta y empieza a pensar por qué ninguno de los padres de los dos niños montados (siempre hay dos columpios) no actúa de oficio y baja a alguno para ceder el sitio y que vuelva a hacer la cola. ¿Es que se piensan que el columpio es de ellos? En el segundo caso la cosa cambia, y se contemplan dos opciones: que el de al lado haya subido antes o después. Si el otro columpio se ocupó posteriormente, si uno ha estado esperando siete minutos para montar a su pequeño, ¿por qué habría que bajarle antes de ese tiempo? ¿No se estaría siendo injusto con él? En cambio, si se montó primero el de al lado, ¿no tendría que dejar antes su lugar por ser quién más tiempo lleva columpiándose?

Volvemos a lo de siempre, el civismo, la educación y la vergüenza que tienen los padres, en función de las cuales ayudarán (o no) a que todos los pequeños puedan disfrutar de los columpios. Porque al final, los realmente beneficiados o perjudicados son ellos.

12 comentarios en “Ciclo «¿Te acuerdas?» – Parte 9 – ¿Y yo cuándo subo al columpio?

  1. Como en el gym, 20 min por persona jajaja y hay gente que no lo cumple siendo mayor. ESta claro que ahí entra el factor, padres de la criatura del columpio y su grado de educación y civismo… El egoismo de los niños tiene su base… viene innato y lo aprendido de sus progenitores

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  2. La solución es fácil. Cuando yo era una enana nos poníamos en la cola y se contaba hasta 50 o 100 en función de la gente que había esperando y entonces sabías que debías bajar y volver a esperar tu turno hasta que te volvía a tocar. Naturalmente, esto hoy día es difícil de hacer, porque los padres no están por la labor ya que muchos consideran que sus derechos y los de sus infantes son los únicos que cuentan.
    Después, estos niños no son capaces de guardar turno para subir al autobús, en la cola del súper, en el cine… Se les enseña la filosofía del «aquí, ahora y porque yo lo digo» y luego, cuando se impacientan por todo, se les diagnostica alegremente TDA cuando, en realidad lo que les falta es educar la paciencia y la espera.

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    1. Esa de contar es buena, la verdad. Pero cualquiera mi dice ahora, seguro que la mayoría de los padres no saben contar tanto. Educar la paciencia y la espera es difícil cuando no se tiene. Como tú dices, muchos padres solo piensan en ayuda derechos, sin darse cuenta que los de los demás son exactamente los mismos.

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  3. La vida también es un columpio y al igual que los existentes en el parque donde disfrutan tus hijos, también es «asaltada» por aquellos que desean subirse a su transcurrir sin mirar nada ni a nadie. A veces, no siempre, hay que esperar pacientemente a que los acontecimientos te permitan disfrutar de ella permitiendo a los demás que se apeen antes. Buen día.

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  4. Ufff los columpios!!! Nosotros hacemos cola y normalmente los padres suelen bajar a los niños después de un tiempo de espera prudencial. Cuando es el mío el que está subido, pues aplico la misma lógica, cuando ya lleva un rato le digo que tiene que dejar subir a otro niño, que él ya se ha columpiado, que vamos un ratito al tobogán, y lo suelen aceptar muy bien la verdad. Pero es como todo, siempre hay gente más o menos educada!

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  5. Los parques, no los echo nada de menos, los odiaba. Yo iba cargada hasta los dientes con el balón, dos cubos, 3 palas y los demás padres iban sin nada, con la intención de que sus queridísimos hijos fueran mangando lo que les viniera en gana. Muy triste tener que ir pidiendo la pala a un niño. «Bonito, me devuelves la pala?, es que nos tenemos que ir». Cuando lo que le querías decir era «Niño, suelta ya la pala y dile a tu padre que te traiga una la próxima vez, que tiene un morro que se lo pisa».

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    1. Aquí el que entona el mea culpa soy yo… A menudo vamos al parque sin material porque vamos de rebote, y si quiere algún juguete el niño me toca decirle que no, que mañana bajamos uno, o decirle que le pregunte al dueño si se lo deja un rato y en voz alta le digo, para que los padres me oigan, «cuando el nene se vaya se lo devolvemos». Para que al menos no tengan reparo en pedirlo. Aunque la verdad, suelo estar bastante pendiente y cuando veo que están recogiendo los padres le digo al mío que le devuelva sus cosas…

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