Yo nunca me llamo

Hay gente que tiene en la excusa su medio de vida para no reconocer que ignora o no sabe hacer algo. Muchos utilizan multitud de ellas y hacen de las mismas un uso constante. Me sorprende, además, la ingente cantidad de personas que las utilizan por evitar ‘parecer tontos’. Y esas son las que más se solían dar en mi oficina por parte de los ciudadanos.Yo parto de la base de que cada persona es distinta y que hay infinidad de cosas que desconozco, que se me olvidan, y que soy incapaz de aprender. Por tanto, si hay alguien que no sabe algo (dentro de unos límites, obviamente), lo último que pienso es que sea bobo. Por eso soy incapaz de entender ese miedo de algunos ciudadanos a no parecer lo suficientemente inteligentes por no saber algo que, supuestamente, tendrían que saber de sobra: su número de teléfono.

No son pocas las personas que cuando les pedía su número para actualizarlo en la base de datos me decían que tenían que buscarlo porque no se lo sabían. Y sin yo articular palabra, segundos después titubeaban: «Es que, como no me llamo…» A mí siempre me asaltó la misma duda: ¿qué tendrá que ver llamarse con saberse el número de teléfono? ¿Acaso al fijo de casa se llaman mucho? Seguro que no, y estoy convencido de que lo saben decir de carrerilla (incluso aunque ya no lo tengan). Supongo que influye más el hecho de no darle el numero de teléfono a nadie desde hace años, ni siquiera a una de las múltiples compañías que le abordan para venderle u ofrecerle algo. O el de no rellenar nada con sus datos, porque cualquier cosa que uno rellena necesita el nombre, los apellidos, el teléfono y luego el resto de cosas.

Generalmente, la gente se quedaba como más liberada después de decir esa frase (más común de lo que pensaba). Yo creo que pensaban: «bueno, al menos con esta razón de peso no pareceré tonto, que debo ser el único que no se sabe su teléfono«. Imagino que será el hecho de ser consciente de todas las cosas que no sé (al igual que muchos de los que me cruzo en la vida), o que no me importa si la gente piensa que soy un borrico o un superdotado (esto seguro que no lo piensan), pero si hay algo que no sé, no lo sé y ya está, no pasa nada. Y que los demás piensen de mí lo que quieran. De todos modos, al 90% de ellos difícilmente les recordaré si vuelvo a verles.


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5 comentarios en “Yo nunca me llamo

  1. Sniffff. Pues yo tampoco me llamo. Me costó mucho aprenderme el número, y aún hay veces que me pilla despistada y tengo que mirarlo para asegurarme.
    No sólo eso, es que con la agenda en el móvil, se pierde la capacidad de aprender los números.
    Cuando para llamar a cualquier parte había que marcar el número completo, por no mirar el listín acababa por aprenderlo. Era una agenda andante. Pero ahora, nada, buscas el nombre das a la tecla verde, y hale que marque que para eso es una maquinita.
    Hay una serie de cosas que las máquinas hacen por nosotros que no sé si nos convertirá en bobos o aplicaremos esas capacidades a otros asuntos, pero yo soy de las que se idiotizan cada vez más. Me considero incapaz de cosas que antes me parecían normales u obligatorias, por ejemplo retener el número de teléfono mío, tuyo, de mis amigos. En fin, perdiendo facultades. No me pongas nota, suspenderé y pasaré al cajón ese de los descerebrados que dices tu.

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  2. Es cierto, la tecnología nos atonta. El problema es que no seamos capaces de invertir esa parte del cerebro en aprender algo útil. Yo lo intento pero me cuesta, todo lo que me aprendo son cosas banales, la verdad…

    Sí que es cierto que siento nostalgia cuando recito de memoria los teléfonos de los padres de mis amigos de la infancia, porque los de mis amigos los tiene memorizados el móvil.

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